Al reconocer el entorno en función de los cinco elementos y las estaciones asociadas al clima encontré un mapa detallado que iluminó los rincones más oscuros de mi personalidad. Las estaciones, a su vez, actuaron como marcos temporales que destacaron procesos internos y ciclos de cambio en mi vida. Este enfoque holístico me permitió ver mi desarrollo personal como un eco de la naturaleza misma, una danza interminable de transformación.
La conciencia de la intención de transformación se convirtió en mi brújula, permitiéndome ser la arquitecta de mi evolución. El perdón a las raíces, integrado con las estaciones y ciclos naturales, se convirtió en una poderosa fuerza equilibradora creando una unificación interior que resonó con la armonía de la naturaleza que me rodea.
Este proceso no solo impactó mi vida individualmente, sino que también transformó mis interacciones con los demás. Descubrí que al comprender y aceptar las circunstancias que nos mueven inconscientemente, se abre la puerta a la innovación sobre los errores y la disolución de estados de culpa. Esto, a su vez, proporciona una plataforma para construirnos de manera diferente, generando oportunidades para la transformación en todas mis relaciones.
En resumen, la aplicación durante más de dos décadas del método que he creado, y que tiene su fuente en la investigación de Joaquina Fernández, maestra, mentora y tutora, no solo me dotó de herramientas para el autoconocimiento, sino que también tejió una conexión profunda entre mi ser y la naturaleza. Ahora, cada estación es un capítulo en mi propia historia de transformación, donde el clima exterior se convierte en un espejo de los cambios internos. Este viaje no solo ha impulsado mi desarrollo personal, sino que me ha convertido en un observador consciente y participante activo en la danza eterna de la vida y la naturaleza.