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Más allá de nuestro patio
- mayo 14, 2024
- Publicado por: Graciela Large
- Categoría: Metodo Large

Cómo despertar la conciencia global en un mundo indiferente
En un mundo interconectado, los conflictos y desafíos globales como las guerras, hambrunas y desastres naturales afectan a la humanidad en su conjunto. Sin embargo, la respuesta emocional y el interés público hacia estos problemas a menudo parecen limitados a su impacto inmediato en los entornos personales y locales de las personas. Esta tendencia hace que me plantee importantes preguntas sobre la naturaleza humana y las posibilidades para fomentar una mayor empatía y acción global.
¿Qué nos hace mirar hacia otro lado? ¿Qué nos impide aprender de los conflictos globales?
Desde una perspectiva psicológica y sociológica, los seres humanos tienden a priorizar amenazas y preocupaciones que perciben como cercanas y directas. Esto se debe en parte a mecanismos evolutivos que favorecieron la supervivencia ante amenazas inmediatas y palpables. Sin embargo, en el contexto actual de globalización, donde los efectos de los eventos en una parte del mundo pueden influir dramáticamente en otras, esta predisposición nos pide otra respuesta que amplíe el patio de casa.
El mundo es ya nuestro propio patio de casa.
La psicología evolutiva sugiere que los humanos están biológicamente inclinados a responder con mayor intensidad a los peligros que son visibles y directos. Este enfoque en lo inmediato puede haber sido crucial para la supervivencia en el pasado, pero en la era moderna, donde las amenazas son a menudo transnacionales y complejas, tal inclinación puede limitar nuestra capacidad para abordar problemas que requieren una acción colectiva y sostenida.
Estarás conmigo en que son insuficientes las acciones aisladas desde clanes familiares o asociaciones religiosas, políticas o sindicales. La prioridad sigue siendo los intereses del patio de casa.
Demasiadas fronteras y barreras espaciales para que sea efectiva una acción conjunta global.
La teoría del alcance de identidad explica cómo las preocupaciones humanas se expanden en círculos concéntricos desde el yo hacia la familia, comunidad, nación y, finalmente, la humanidad. A medida que el círculo se expande, la intensidad de la preocupación y la empatía tiende a disminuir. Este modelo ayuda a entender por qué las personas pueden sentirse abrumadas o distantes frente a catástrofes globales, a pesar de su gravedad y las evidentes necesidades humanitarias.
Sin duda, tampoco lo justifica. No justifica la indiferencia, que es un comportamiento avestruz, creyendo que escondiendo la cabeza la preocupación se alivia pero el problema no desaparece.
¿Qué hace tan efímera la empatía?
Seguro que esta pregunta ha surgido alguna vez por lo rápido que olvidamos la información del último desastre humanitario. Los hechos nos conmueven un instante, o es motivo de cinco minutos de conversación delante del telediario. Para luego centrarnos en nuestras cosas, y ver que la vida sigue en las terrazas o en las tiendas de consumo.
A todo esto se le ha querido dar una explicación: se afirma que el sesgo de negatividad y la paradoja de la compasión son factores psicológicos que influyen en cómo procesamos la información sobre grandes tragedias.
El sesgo de negatividad nos hace más atentos a las noticias adversas, pero la paradoja de la compasión indica que nuestra empatía no siempre escala proporcionalmente con el tamaño del desastre, llevando a una menor respuesta emocional cuando el número de afectados es excesivamente alto.
Esta configuración psicológica se ve exacerbada por la saturación mediática, donde la constante exposición a noticias sobre conflictos lejanos puede llevar a una desensibilización. Esto, combinado con una percepción de impotencia sobre nuestra capacidad de influir en estos eventos, puede resultar en una falta de acción significativa.
Esa sensación de impotencia es la base de la indiferencia. Solemos cubrir con un tupido velo todo lo que nos hace sentirnos culpables, es decir impotentes. No existe la cultura de aprender a revisar lo que nos incómoda. No se hace a nivel de nuestro propio patio o familia; tampoco a nivel del individuo, así que pretenderlo a nivel mundial, es una utopía.
¿Es posible sensibilizar si nos negamos al autoconocimiento?
Frente a este escenario, la propuesta social común es incidir en el desarrollo de estrategias efectivas para sensibilizar a las personas sobre la importancia de los problemas globales. Sin duda, la educación juega un papel fundamental en este proceso, quizás proporcionando a las personas el conocimiento y las herramientas para entender la interconexión de los problemas mundiales y el impacto de sus acciones locales en un contexto global.
¿Es suficiente, cuándo en esa educación no se contempla la revisión causal?
Me pregunto si es posible asumir en este momento crucial para todos, una participación colectiva y sostenida cuando eludimos priorizar la revisión de nuestras acciones individuales. Ver con honestidad cómo cada individuo contribuye a fomentar los conflictos del propio patio, en
vez de resolverlos con autoconocimiento. No hacerlo tiene consecuencias en el entorno, en el país y a nivel mundial.
Eludimos esa conexión emocional global porque el propio individuo no soporta reconocerse dentro de la causa de los conflictos que vive.
La narrativa mediática también necesita evolucionar para fomentar una mayor conexión emocional con los problemas globales. Historias que destacan experiencias individuales y testimonios personales pueden hacer que eventos distantes se sientan más cercanos y relevantes, aumentando la empatía y el impulso hacia la acción.
Puede ser una ayuda para crear masa crítica que fomente no sólo sensibilizarnos, sino vernos en el origen, al compartir todos, los mismos conflictos, preocupaciones y prioridades. Algo que es un hecho y no una aspiración.
¿Qué papel tienen los recursos digitales emergentes?
Las tecnologías emergentes, como la realidad virtual y las plataformas de redes sociales, ofrecen nuevas oportunidades para experimentar de manera más directa las realidades de personas en diferentes partes del mundo. Estas tecnologías pueden ser herramientas poderosas para superar la barrera de la distancia emocional y geográfica.
Pero, dependiendo de los individuos que las manejen. Donde ellos estén con respecto al conocimiento y el autoconocimiento, así serán las acciones de sensibilización, empatía y de conexión emocional.
El impacto de estas tecnologías emergentes será mucho más sostenido bajo la premisa del autoconocimiento del individuo, en vez de escapar de sí mismo, enfocándose en fomentar sólo sus intereses, como si no fuesen comunes a todos.
Estaréis conmigo en que los desafíos globales requieren una respuesta global, pero las soluciones comienzan con la transformación de la percepción individual y el compromiso. Y esto es posible cuando la persona se conoce y tiene un conocimiento que le sensibilice a reconocerse dentro de la rueda causal de lo que sucede.
Entender mejor los mecanismos psicológicos que influyen en nuestra respuesta a estos problemas y al adoptar enfoques innovadores para la sensibilización, son una consecuencia de esa transformación.
La promesa que trae con ello es el Patio de Todos: una sociedad más empática y proactiva que responda efectivamente a los retos del mundo interconectado de hoy.
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